domingo, 28 de junio de 2015

SI QUIERES SER FELIZ... SÉ LIBRE, SÉ TÚ

"¿Aspiro yo acaso a la felicidad? !Yo aspiro a mi obra!" Friedrich Nietzsche.

Dudamos sobre muchas cosas pero todos parecemos coincidir en aspirar a la Felicidad. Y no deja de llamar la atención porque, aún siendo un lugar común, la felicidad es  un concepto vacío que cada cual vive e imagina "a su manera".

Interpreto que la felicidad es tan difusa, escurridiza, variada, confusa… como lo es nuestra propia naturaleza.  Nuestra indefinición como especie es nuestra grandeza pero también el origen de nuestras insatisfacciones.

Para nuestra parte biológica, bastaría con un poco de bienestar. Pero todos los adornos que nos ha proporcionado nuestra mente y nuestra cultura han disparado el campo de la felicidad hasta hacerlo parecer infinito. Queremos salud y dinero pero necesitamos amor, reconocimiento, poder, belleza… y si concretamos más: hay quien necesita tirarse en parapente, escribir un libro, tener tres hijos, entrar en Oxford, ser presidente de su país… y miles de cosas más. Agotador.

Este agotamiento tiene dos caras: el aspecto positivo es el que le ve J.A.Marina cuando dice que esto le permite a la inteligencia ser libre y creativa en su búsqueda. Pero, tampoco me parece descabellado interpretar que la idea de felicidad es el mejor resorte para la esclavitud. Al sistema parece interesarle que estés muy preocupado con ser feliz. ¿Cómo? Haciendo miles de actividades, comprando miles de cosas y haciéndote saber todo lo que te falta. Y es que siempre habrá alguien que tenga una vida más “cool” que la tuya ,y mientras tanto, no andas preocupado ni en ser más tú, ni más libre. Simplemente, todos infelices de diseño.

sábado, 13 de junio de 2015

A TU MANERA

“Los abismos más pequeños son los más difíciles de salvar” Friedrich Nietzsche.

Hoy quería defender el derecho de cada cual a su individualidad, a su diferencia, a su particularidad… pero en plena reflexión me he topado con la dificultad de que esa individualidad no sea más que un espejismo, o quizás, no.

El nacimiento del “yo” en la historia y en la literatura es algo que vino con la Modernidad. Curiosamente no siempre hemos sido reconocidos como individuos aunque ahora nos parezca de lo más normal e incluso nos hayamos vuelto todos muy individualistas. En otras épocas sólo importaba la colectividad, el grupo, el pueblo…

¿Qué valor puede aportar esa reivindicación de la individualidad?

Todos nos parecemos muchísimo, exageradamente mucho. ¿Alguien tiene un solo ojo, o tres, o una nariz de elefante, o unas orejas de burro? Somos tan, tan, tan parecidos… Y sin embargo nadie mira como yo, nadie escucha como yo, nadie siente como yo. Aunque el sistema se empeñe en enseñarme a mirar, a escuchar y a sentir según unos cánones estandarizados. El sistema se ha empeñado en enseñarnos a todos a escribir igual, pero sólo lo ha conseguido cuando nos ha sometido al teclado. La escritura manuscrita nos identifica, nos hace a cada uno distintos. Por eso la firma es la firma. A una misma escritura que pretende ser uniforme para todos, es inevitable que cada uno la marque con su personalidad. Así son las cosas.