lunes, 21 de septiembre de 2015

NO TE RINDAS, LO MEJOR ESTÁ POR VENIR


Esto es lo que se podía leer este verano en las servilletas de papel de todos los bares de un pueblo costero de Cantabria y sinceramente: ¡te animaba el día!

Al leerlo, mi corazón se alegraba y sin darme cuenta se disparaba mi imaginación y  mis ganas de acción. Segundos después, mi mente -que siempre es un poco más lenta- me hacía saber que las posibilidades de que eso fuera verdad, eran muy pocas: porque aspirar a lo mejor cuando has pasado el ecuador de tu vida no parece razonable.

Y entonces, como siempre, me puse a reflexionar.
¿Por qué necesitamos oír esas cosas?, ¿por qué nos gusta oírlas?, ¿por qué deseamos creerlas?, ¿por qué nuestros corazones reaccionan tan positivamente a ellas aunque nuestra mente no esté muy convencida?

Pues porque somos humanos , seres esencialmente emocionales, y porque mantener una mirada poética y optimista de la realidad es lo único que puede transformar el sentido de lo que nos pasa y elevar nuestro ánimo.

No sé si parece razonable creerlo, pero sí parece inteligente dejarse seducir por una idea así: porque nos recuerda que hay que seguir luchando y que podemos transformar el sentido de aquellas cosas que nos suceden.

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL VALOR DE LA PERSEVERANCIA

“Poco a poco hila la vieja el copo”
“De mica en mica s’omple la pica” Dichos populares

Los refranes forman parte de nuestras vidas y son un reflejo de la sabiduría universal. En ocasiones no les prestamos atención aunque algunos de ellos se nos graban de forma especial.

“De mica en mica s’omple la pica” (poco a poco se llena la pila) es uno que tengo muy presente porque apunta la idea de que obtenemos resultados gracias a la constancia de pequeñas acciones aparentemente insignificantes. Me sirve para valorar las pequeñas acciones diarias con la confianza de que con paciencia y perseverancia se recorre el camino. Si miro hacía atrás en mi propia vida -u observo la gente que tengo alrededor- veo como se han formado y han construido su patrimonio: intelectual, personal o material gracias a pequeños gestos diarios que supieron valorar.

Y es que, como dice Goethe, “el mejor de los hombres cuando hace algo, lo hace todo”. El secreto está en entregarse a esa pequeña tarea diaria con ganas, con emoción, sabiendo que es asequible para nosotros, que es una acción que podemos exigirnos y controlar. Ello no requiere de un esfuerzo titánico: aunque paradójicamente lleva a resultados que parecerían titánicos a cualquiera.