viernes, 16 de diciembre de 2016

CAOS-ORDEN-CAOS

"Todo espíritu creador cae infaliblemente en lucha con su demonio, y esa lucha es siempre épica, ardorosa y magnífica" Stefan Zweig.

A raíz del post de “la cultura, cura” se me ocurrieron otros títulos manteniendo la rima: “la locura, cura”, la lectura, cura” o “la pintura, cura”.
Honestamente no pretendo curarme ni curar a nadie de nada, entre otras cosas porque no me gusta considerarme ni considerar a los demás, enfermos. Debería ser la obligación de cualquier terapeuta, ser capaz de ver a su cliente como alguien sano, es el primer paso para su curación, pero éste es otro tema.

En realidad, enumero –a partir de esos títulos- una serie de circunstancias (la lectura, el teatro, la música, la pintura…) que nos pueden llevar a la buena vida, y con ella, a una buena salud. La Cultura y el Arte tienen exactamente esas dosis de lo que necesitamos para vivir muy bien. La regla de oro del teatro -para Albert Boadella- seguiría el siguiente esquema: caos-orden-caos.

Y lo explico: el artista siente una emoción de una forma muy caótica, es la fuerza dinámica del caos que empuja hacia la creación, pero esa energía es amorfa, incomprensible y estéril si no somos capaces de pasarla por el filtro de las reglas, la técnica, el orden, la secuenciación. Sólo cuando hemos domeñado la emoción pasada por el filtro del rigor y de la razón puede llegar al público, de nuevo, en forma de emoción y de caos, sin que el público se percate de los mecanismos que se han hecho para poder transmitirles lo que pretendíamos.

viernes, 9 de diciembre de 2016

LA LECTURA CURA.

«Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.» Jorge Luis Borges

A partir de un programa de la televisión francesa, en el que distintas personalidades del mundo de la cultura hablaban de los libros que habían marcado sus trayectorias, he estado reflexionando sobre cómo y por qué la lectura puede cambiar nuestras vidas. Escucharlos ha sido muy gratificante y me ha permitido recoger una gran diversidad de argumentos.

La impresión general es que a todos nos llega en algún momento el libro que necesitamos, casi como algo mágico. (A los que apreciamos la lectura, se entiende). Caen en nuestras manos esas historias o esas ideas que nos marcan profundamente, a veces tanto como para cambiar una vida.

Cada uno de nosotros haría énfasis en aspectos concretos, e incluso a muchos les resulta muy difícil escoger un solo libro como punto de inflexión en sus vidas, pero en cualquier caso, me di cuenta de que esta pregunta podría ser un gran ejercicio para ese autoconocimiento tan anhelado y necesario: ¿Qué libro o libros han sido importantes en tu vida?¿Por qué? Tómate tu tiempo para responderte e intenta analizar cuál fue el verdadero impacto y cómo conectó esa experiencia contigo.

Las respuestas son tan singulares como lo somos nosotros: porque con un libro podemos evadirnos, viajar por el mundo sin necesidad de movernos del sillón, satisfacer la curiosidad sobre vidas ajenas, vernos reflejados en algún personaje, leer una frase que nos invite a tomar una decisión, saber que no estamos solos en nuestra sensibilidad, entender mejor la realidad (gracias a la ficción), acceder al conocimiento, experimentar la experiencia estética: el puro placer de recrearse en la musicalidad de una frase, de un argumento o de una sola palabra, descubrir la magia, aprender a pensar, crear nuevos mundo, amar el arte, darte el impulso para ser escritor, acceder a otras culturas (…) y tantas otras experiencias.

Creo que de este ejercicio surge con gran nitidez el trazo grueso de tu personalidad y de tu individualidad. Ésa que nos debería ser muy familiar y que -sin embargo- es tarea de toda una vida: “llegar a ser lo que somos” y para ello, parece necesario que nos lo repitamos una y mil veces.

sábado, 26 de noviembre de 2016

¿LA PÍLDORA ROJA O LA AZUL?

"La vida es dura, pero es mucho más dura cuando eres estúpido." John Wayne.

En “Matrix”, el protagonista debe elegir: ¿la pastilla roja o la azul? Y la mayoría cuando vimos la película nos hicimos la misma pregunta: 

¿Qué es mejor: seguir engañados, inconscientes pero relativamente felices o tener acceso a la verdadera realidad y perder la inocencia, y  con ella, parte de la felicidad?

 Por deformación profesional, pensé enseguida en el Mito de la Caverna de Platón. Los esclavos vivían pensando que las sombras eran la auténtica realidad, sólo el esclavo liberado (que pudo salir fuera de la caverna) tuvo acceso a la Verdad.  En mi época de estudiante de Filosofía estaba literalmente obsesionada por acceder a la Verdad, así que hubiese optado por la pastilla roja sin dudarlo un segundo.

¿Qué me sucede ahora? Pues quizás que he leído demasiada filosofía, y que soy hija de la postmodernidad: ya no creo en decisiones entre el rojo y el azul. Y mucho menos en una única Verdad que lo explique todo. Así que ahora me cuesta hacerme una pregunta que simplifica tanto la vida.

Tampoco he caído en el relativismo, ni pienso que cualquier idea puede sostenerse con un simple argumento. Aunque lo que afirmo en el párrafo anterior parezca contradecirlo. Pero no, aunque los demás no me entiendan, yo sí que me entiendo (o eso creo) y eso es lo que realmente importa.

sábado, 12 de noviembre de 2016

CUESTIÓN DE CONFIANZA

"La vida va de confianza: de darla y de merecerla".  M.M.Cruz

Si como dice Gandhi tenemos que ser  el cambio que queremos ver en el mundo, no estaría mal empezar por que cada uno de nosotros fuésemos fiables, es decir, dignos de la confianza de los demás e igualmente que nos mantuviésemos fieles a aquellos que han demostrado su dignidad. Es un lema sencillo que podría cambiar el mundo. “Sé fiel y fiable”. Si esto se convirtiera en un imperativo categórico kantiano, el mundo daría un giro de ciento ochenta grado, porque en el fondo, e insisto, la vida va de confianza: de darla y de merecerla.

La fe (que es lo mismo que confianza, palabra derivada de fides) es una palabra que asociamos a la religión, quizás porque uno no pueda imaginar mayor confianza que la creencia en un Dios: un ser sobrenatural y omnipotente al que no vemos ni oímos directamente. Al menos, la mayoría.

No obstante, fe le ponemos a muchas cuestiones, aunque no seamos conscientes de ello. Toda nuestra vida está repleta de actos que implican una enorme confianza en muchas cosas que ni vemos ni comprobamos por nosotros mismos: los hechos históricos, los resultados científicos, la última moda pedagógica,  la palabra de otra persona, los datos macroeconómicos…

jueves, 20 de octubre de 2016

LAS PROFUNDIDADES DEL YO

“El grado y la naturaleza de la sexualidad de un hombre alcanzan las cimas más altas de su espíritu”. Nietzsche.


La mayor tarea que tenemos –según los sabios- es conocernos a nosotros mismos y actuar en consecuencia. Pero en esta tarea existe un antes y un después de Sigmund Freud. Gracias a él, sabemos que hay un lugar oscuro e inaccesible que mueve los hilos de nuestras actuaciones. Esto le pone aún más emoción a la aventura de vivir. 
Freud descubrió el inconsciente, que no es en absoluto un lugar en el cerebro. Se trata más bien de un estado de nuestra mente al cual cuesta mucho tener acceso. Ahí están nuestras pulsiones más potentes: la libido y el tánatos: sexo, muerte, violencia. Esta aportación nos sirve para comprender nuestro comportamiento. Y gracias a la idea del inconsciente colectivo, el de nuestro grupo.

jueves, 13 de octubre de 2016

LA AVENTURA DE VIVIR

"Vivimos en el mejor de los mundos posibles" Gottfried Leibniz

Esta semana he tenido una experiencia curiosa, seguramente nada excepcional. Reflexionaba sobre mi rebeldía por no llegar a tener una teoría completa de lo que somos, lo que queremos, lo que podemos esperar … Suelo sentir cierta rabia por no poder saber y abarcar todo lo que pasa en este mundo.
Pero, como decía, al pensar en esa impotencia, sentí algo diferente. Por unos segundos imaginé que eso fuera posible. Imaginé que los filósofos, los científicos, los psicólogos y tantos otros se habían puesto de acuerdo y habían dado con la teoría X capaz de explicarlo todo. Paradójicamente la sensación fue decepcionante. Me di cuenta de que si existiese ese libro mágico que lo explicase todo, si realmente existiera algo definido y concreto que me respondiese a las grandes preguntas, la vida, al menos la mía, resultaría un tanto anodina. Me resulta mucho más rica tal y como es, con su incertidumbre, con sus aventuras e incluso con todas sus contradicciones.

Aprendí algo más, a mí siempre me inquietaba que cuando estudiaba a Platón me volvía platónica, leyendo a Nietzsche, nietzscheana… con Kant, kantiana …y así sucesivamente. Obviamente, tengo mis predilecciones y nunca les he comprado el sistema completo, pero era capaz de ver con mucho entusiasmo sus aportaciones. Pensaba que igual no tenía mucha personalidad ni criterio propio y cualquiera que explicase algo bien dicho, me la colaba.  Pero ahora después de leer a Stephen Hawking creo que no. Creo que puede ser algo parecido a lo que les pasa a los físicos: aceptan la teoría newtoniana para la macrofísica, y la teoría cuántica para la microfísica pero no saben cómo hacerlas coincidir en una única teoría.  Al final, puede considerarse que todas las grandes aportaciones son aportaciones de una misma teoría subyacente que no somos capaces de encontrar. Al final vamos encontrando versiones en la vida que son sólo aplicables en dominios limitados, pero que para esos ámbitos son buenas soluciones. Para esos ámbitos y en ese tiempo.

martes, 4 de octubre de 2016

LA GENIALIDAD


"Como insinuaba el loco de la linterna de Nietzsche: se trata de que cada uno de nosotros se convierta en un dios." Toni Llàcer

Sin entrar en grandes definiciones todos tenemos en mente en qué consiste ser genial: ser capaz de aportar algo nuevo, hacer algo extraordinario, ser especialmente creativo… De una manera u otra todos nos hemos sentido atraídos por algún genio y –como hacen los niños con sus súper héroes- los adoramos como si de semi-dioses se trataran. Parecen criaturas de otra especie.

Y de igual forma que los niños se ponen su capa de Superman y sueñan con poder volar algún día, algunos de nosotros también hemos fantaseado con la posibilidad de ser como nuestros genios preferidos.

Yo me he estado informando sobre qué hay que hacer para ser genial. ¿Hay algún camino que lleve a la genialidad? Se lo he preguntado a alguno, le he pedido clases de genialidad, y tentada estoy de apuntarme a esas clases.

Lo primero que me ha dicho el interpelado, es que el ser genio tiene muchas exigencias y algunos inconvenientes. El primero de todos, la soledad. Si eres distinto, no tienes en quién fijarte porque vas contra corriente. ¿Hacia el éxito o hacia el fracaso? ¿Hacia el bien o hacia el mal? ¿Hacia lo posible o hacia lo imposible? Y claro, el pobre genio no encuentra las respuestas en su entorno, porque se ha salido totalmente de él. Sólo ha de mirarse a sí mismo y mirar la realidad desde su propia mente... Muy duro. Puedes pasarte tiempo y tiempo persiguiendo utopías. Serás un bicho raro. Y si esas utopías no desembocan en la realidad, puedes fracasar.

martes, 20 de septiembre de 2016

LA VOZ

"No soy rico porque tenga mucho dinero, soy rico porque tengo mucha conversación". Eduardo Galeano.

La mirada, decía en uno de mis posts, es la más increíble de las capacidades humanas. Pero,  el alma se escapa por todos los poros de nuestra piel, y hoy quería comentar que se escapa especialmente por nuestra voz.

A las personas también las reconocemos por su forma de hablar: algunas hablan muy rápido, otras muy pausadas, algunas con voces graves, otras con agudas. Hay quien tiene una voz alegre, saltarina, o reflexiva, misteriosa… La voz es pura música.

En la voz podemos reconocer todas las cualidades humanas. Por eso, hoy le quería dedicar una especial atención.

El ritmo delatará nuestra impaciencia o nuestro estado de calma. El tono: marcará el matiz: si hay ironía, tristeza, alegría, miedo, irritación… Y el contenido delatará nuestro nivel cultural, nuestros intereses, nuestra capacidad de razonar, nuestras preferencias….

Nuestra cultura nos empuja a cultivar el cuerpo: a ir a correr, a ir al gimnasio, a hacer dietas imposibles, practicar deportes de riesgo…Nos lo recomiendan por nuestra salud y lo envuelven con el broche de la seducción. Si hacemos todo eso, seremos mucho más atractivos. ¡Claro!

¿A nadie se le ha ocurrido que para ser atractivo además de estar en forma puede ser interesante tener algo que decir y decirlo bien? Sobre todo si tenemos en cuenta –como dice la Ciencia- que a las mujeres se las enamora por el oído. ¡ja,ja!

Decía el editor Manuel Arroyo-Sthephens que el amor además de ciego, debería ser sordo para no oír las bobadas de según quien. Y estaba en lo cierto.  Aunque quizás no había tenido en cuenta que una vez estamos enamorados nos dejamos envolver por el tono y el ritmo y ahí los contenidos ya no importan…Pero sí, el amor- a veces- parece ciego y sordo.

La voz es una buena metáfora de nuestra singularidad e incluso se usa como sinónimo de tener libertad, o simplemente de ser visibles . Hablamos muchas veces de dar voz: a los refugiados, a los inmigrantes, a las mujeres… o de tener voz propia  si somos capaces de elevar esa singularidad a niveles públicos reconocidos.

Creo que cultivar la voz es muy importante tanto en sentido metafórico como literal. Da gusto oír hablar a aquellos que tienen algo que decir y saben cómo decirlo. Siento una especial debilidad por toda esa gente que sabe hablar bien. El escritor Eduardo Galeano decía: “No soy rico porque tenga mucho dinero, soy rico porque tengo mucha conversación”. ¡Qué gusto dan los grandes conversadores!

Es importante cuidar la voz, estar atentos a cómo hablamos, qué decimos, pero aún podemos ir un poco más allá e intentar tener voz propia lo que implica pensar por uno mismo. Tener voz propia implica también ser responsable, tomar partido, tomar acción desde la convicción personal.
Me llama la atención (y me molesta) cuando oigo a los políticos de cada partido hablar absolutamente igual. ¡Es impresionante! (no que coincidan en el contenido, que eso se agradece) sino que sean capaces de tener el mismo acento, tono, retórica… según al partido al que pertenezcan. Pero, ¡claro! ¡son la voz de su amo! No hablan como individuos sino como militantes.

En los políticos es un hecho muy llamativo, pero al final, ocurre en casi todas las profesiones. Todo el mundo habla como “algo”: como profesor, como policía, como técnico, como vendedor, como periodista... Yo creo que podría adivinar la profesión de cualquiera sólo oyéndolo hablar. Al final, hay muy pocas voces genuinas, muy pocos se atreven a hablar como ellos mismos.
La voz nos delata tanto o más que la mirada.

La voz… la voz es ni más ni menos que la modulación de nuestro espíritu. Somos lo que respiramos, somos como respiramos. A veces nuestra respiración se modula en forma de voz, otras en forma de llanto, otras en forma de gemido, otras en forma de grito… siempre es la voz en la que viaja nuestra alma. No nos engañemos, en la comunicación más auténtica, la más de verdad, la verdad no está en las palabras que viajan en esa voz; la verdad más honda está en la misma voz. Del mismo modo que la mirada no engaña, la voz tampoco.

Pero, pero… ocurre que del mismo modo que le hurtamos la mirada a nuestro interlocutor, o le ofrecemos una mirada neutra o incluso fingida, la que requiere el protocolo, también le hurtamos la voz, ofreciéndole una totalmente neutra o impostada. Es que, seamos sinceros: del mismo modo que los convencionalismos nos prohíben mirar de determinadas maneras, o por supuesto, nos impide  tocar (algunas culturas más que otras), también parece inapropiado usar nuestra verdadera voz y hablar desde el corazón.  Mirar y hablar como a uno le apetece resulta una tremenda osadía cuyo resultado es incierto.

Pero luego resulta que tanto reprimir nuestra mirada y nuestra voz, se nos atrofian estas facultades, las más excelsas y auténticas de la comunicación, y nos quedamos incomunicados. Nos creemos que todo eso lo suplimos con palabras. ¡Qué ingenuidad!

IDEAS PARA RECORDAR:
En la voz podemos reconocer todas las cualidades humanas.
Debemos cuidar la voz: en sentido literal, cultivar el tono, la melodía, el ritmo…
Y en sentido figurado: es importante sentirnos con voz propia, pensando por nosotros mismos y teniendo la valentía de hacer oír nuestra singularidad.
La verdad más honda de lo que decimos está en la propia voz.
¡Cuidado con las voces impostadas!
Cultiva tu voz genuina para que no se atrofie.

Foto: MarCruzCoach. Parque de Tervuren. Bélgica


martes, 30 de agosto de 2016

LA MAGIA DEL ORDEN

"Tener una biblioteca desordenada es como no tenerla"

Me regalaron este libro -de la japonesa Marie Kondo- la pasada Navidad y no le presté demasiada atención. He de reconocer que el orden jamás ha estado entre mis obsesiones.  Me muevo bien en un cierto caos aunque cuando estoy en sitios ordenados siento mucha paz, belleza, luz. 

Desde que vivo en Bélgica (y a falta de sol) tengo una casa grande, pero siempre tenía mi ordenador (¡¡objeto que nos ordena…!! ¡jaja!) allí donde estuvieran mis hijos: en su sala de juegos, en el salón, en cualquier habitación…, pero hace un par de años decidí recalificar una habitación como “cuarto propio” -que diría Virginia Wolf-, y me tomé en serio la idea de decorar, colocar y ordenar todos mis libros, cuadros, fotografías. El resultado fue espectacular: tener un espacio físico me ayudó muchísimo a tener un espacio mental. Los cuadros y las fotografías, cada objeto de mi despacho me transmitían belleza y me animaban a ella.  Al final, es cierto que cada objeto tiene su historia, su energía y su vida.  Como también acaba siendo cierto que la forma influye en el contenido.

Me muevo habitualmente entre libros, y me gusta volver a ellos para releer un capítulo, una frase o una idea.  Pero a menudo tenía que renunciar a ello porque no podía localizar ese libro. Y es que al final “Tener una biblioteca desordenada es como no tenerla”.

Hoy te invito al orden, justo antes de empezar el curso escolar, incluso antes de proponerte los objetivos formativos, sean académicos o personales.  Coloca bien tu habitación, tu casa, tus libros, tu ropa… El orden hace la vida más fácil, más productiva, en cierta manera más simple. Tener las cosas ordenadas nos ahorra tiempo, nos hace ver las cosas más claras y más rápidamente.

Los griegos llamaron al mundo cosmos que, etimológicamente hace alusión al orden y a la belleza. Y es que todo lo que existe tiene un orden: hay orden en la música, en las matemáticas, en la arquitectura… Hay orden en cualquier disciplina.

El libro de esta japonesa, obsesionada desde bien pequeña por ordenar, da unos cuantos consejos prácticos -que aunque parecen sencillos- cuesta llevarlos a la práctica. La primera idea básica es que te tomes muy en serio la organización de tus cosas y lo vivas como un suceso especial. Siente que estás haciendo algo muy importante.

Sé consciente de que te va a llevar tiempo y que tendrás que tomar decisiones difíciles. Nos cuesta mucho deshacernos de nuestras pertenencias, pero al final, tendremos que desechar.

Respecto a la ropa: la recomendación es tirar todo aquello que no te sirva, que no lo hayas usado en un año o que cuando lo tengas en tus manos no sientas que lo adoras.
Los libros, postales, cartas…una vez leídos, fuera. A no ser que realmente sean tu objeto de culto o trabajo.
Ten un sitio para cada cosa: papeles del banco, material de estudio, garantías, monedas…
No preguntes a nadie sobre qué cosas conservar o no.
Busca la sencillez en el almacenamiento y no apiles los objetos.
Quédate sólo con lo realmente necesario o con aquello que te haga muy feliz.

El libro está lleno de consejos prácticos y -aunque no los comparto todos- es un buen acicate para motivarte.

A mí me ha servido para poner en valor el orden. Me he dado cuenta de que al ordenar se transforma mi vida, me ayuda a ganar confianza y me hace sentir mejor. ¿Por qué?, y quizás aquí esté la clave. Pues porque al tener que ordenar físicamente mis espacios: despacho, papeles, armarios, recuerdos… me estoy obligando a poner orden en mi vida y a distinguir lo que es importante de lo que no lo es. Ordenar me obliga a reflexionar y a priorizar qué cosas tienen valor para mí.

Estoy convencida de que con nuestros objetos personales ordenados, resulta mucho más fácil saber qué nos gusta, qué nos interesa, a qué damos valor y, por lo tanto, hacia dónde nos apetece ir. Más aún, nos obliga a definirnos sobre cantidad de cosas que tenemos sencillamente aparcadas; con lo que en realidad nuestra vida se ha convertido en un gran parking de vehículos la mayoría de los cuales ya no funcionan por falta de movimiento.

Ordenar tu casa puede ser un primer paso para poner orden en tu vida. ¡Suerte!

IDEAS PARA LLEVAR:
Tener un espacio físico ayuda a tener un espacio mental.
Cada objeto transmite una energía diferente para ti: las cosas bellas invitan a la belleza.
Tener una biblioteca desordenada es como no tenerla.
El orden hace la vida más fácil, más productiva, en cierta manera más simple.
Ordenar nos obliga a reflexionar y a priorizar qué cosas tienen valor para nosotros.
Deshacernos de lo que no nos sirve (el primer servicio es no estorbar), nos facilita mucho la vida.


Foto: MarCruzCoach Ischia (Italia)