sábado, 18 de marzo de 2017

DIRIGE CON INTELIGENCIA A TUS CABALLOS


"El enriquecimiento de la cultura no nos ha sido dado gratuitamente, sino que se paga con una enorme limitación de la libertad de nuestros instintos.”. Sigmund Freud

Spinoza dice que la esencia del hombre es el deseo, y las diferentes filosofías (budismo, cristianismo, filosofía griega… ) apuestan por el “control” de esos deseos para nuestra realización.

Esta aparente contradicción o paradoja me lleva a mis primeros posts: Las emociones (o los instintos) son inteligentes, y las emociones son un tren arrollador, ¿en qué quedamos? Pues ambas son ciertas.

Por eso estamos siempre agotados: sin deseo no hay motivación, no hay energía, no hay pulsión, no hay tensión… pero si deseamos demasiado o lo que no nos conviene, nos destruimos y no llegamos a ningún lugar interesante.
Somos deseos desbocados y somos deseos inteligentes… ¿Qué parte de nosotros maneja semejante situación?

Los distintos pensadores han explicado este fenómeno de diferentes maneras, el gran Platón –en su mito del carro alado- ya representó el alma humana como un Auriga (El Yo) que tenía que guiar a dos caballos, ambos de pura raza, uno que proporciona los deseos positivos: hacia la justicia, la verdad, la disciplina, la moral  (Superego) y el otro caballo que busca la satisfacción de los instintos, de las pasiones descontroladas. (el Ello).

Freud, por su parte, interpretó que  el Yo debe manejar al  Superego (las aspiraciones nobles de la cultura) y el Ello (los instintos básicos más primarios). De tal manera que nuestro Yo siempre anda luchando entre las exigencias de nuestra biología y las de nuestra cultura. Asunto que siempre se soluciona con más o menos represión.

viernes, 10 de marzo de 2017

SUB SPECIE AETERNITATIS

Malgasté el tiempo. Ahora el tiempo me malgasta a mí.William Shakespeare

Solemos claudicar en un proyecto por pensar que ya vamos tarde, seguramente porque nos consideramos mayores para empezar de principiantes en alguna nueva actividad. Recuerdo como si fuera ahora mismo el día que fui a probarme el vestido para la boda de mi hermana. La dueña de la tienda me contó que se había quedado viuda con cuarenta y dos años y que en ese momento pensó que se le había acabado la vida. Tras decir esto me miró y me dijo: Pero, ¡claro que he tenido vida y no una, sino muchas! Por aquella época, yo tenía veintitrés años y no acababa de entenderla pues yo tenía la eternidad por delante, aún pensaba que la vida, la única… era larguísima, pero me impactó tanto su tono que se me quedó grabada la escena.

Ahora ya voy comprendiendo a la señora y su sensación de que no tenemos  suficiente tiempo para empezar algo nuevo. Pero nos vale la pena su experiencia de que sí, de que hay tiempo, de que se pueden hacer muchas cosas.
Mi maestro Sensei, que habla hasta latín, siempre dice: “Sub specie aeternitatis”. Siempre que se propone una nueva tarea, un nuevo aprendizaje, una nueva actividad lo hace “bajo la perspectiva de la eternidad”. Es decir, si quieres hacer algo, imagina que tienes todo el tiempo del mundo, no te acotes también el tiempo porque mi experiencia es que la gente a los cuarenta ya no empieza nada porque no da tiempo y efectivamente le llegan los cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa… y no hizo nada durante cincuenta años porque no tenía tiempo.

sábado, 4 de marzo de 2017

AHORA CÓMO TE OLVIDO. WALTER RISO

"Si alguien duda de que te ama, no te ama". Walter Riso


El martes pasado tuve la ocasión de asistir a la presentación del nuevo libro de Walter Riso. “Ya te dejé, ahora cómo te olvido”. Una guía práctica para sacarse al ex de la cabeza y del corazón.

Sus ideas son excelentes: fruto siempre de su larguísima experiencia como psicólogo clínico, mucho sentido común y el más necesario de los sentidos, el del humor. La sala estaba llena de fans incondicionales del escritor, especialmente mujeres que aplaudían sus ideas, sus ironías y sus buenos consejos. Y es que el desamor es un gran tema que nos puede afectar a todos en algún momento de nuestra vida y para el cual no hay siempre comprensión ni apoyo social.

Walter analiza las posibles causas a tanto dolor y muchas veces encontramos creencias irracionales. Ideas como que el amor tiene que ser para toda la vida (que puede serlo), que sin el otro no somos nada, el otro es nuestra media naranja, el otro me completa, el otro es mi vida, lo es todo para mí, si tú me dices ven, lo dejo todo… Casi llegamos a la conclusión de que había que prohibir los boleros.

Es importante tener una idea más racional sobre el amor. Por supuesto, que tiene que haber un chispazo, un enamoramiento, un punto de locura; pero el amor es sobre todo una construcción social y personal que debe basarse en el respeto, la admiración y el compromiso. Los tres factores más importantes –dice Riso- son el Eros: la atracción sexual, la Filia: la amistad y el Ágape: el cuidado mutuo.